jueves, 6 de agosto de 2009

Las Personas que beben agua del grifo no aprecian otro sabor.

Los ciudadanos no acaban de ver claro que el agua del mar mejore la calidad del grifo. Con el tiempo se espera que el agua que sale del grifo de muchos hogares barceloneses sepa sólo a agua.

El señor Eusebio Martín, jubilado, luce como un pincel. Camisa bien planchada, pantalones de raya recta, cara redondeada, de color saludable, pero ni un ápice de grasa. Sostiene que su buen aspecto reside en un solo secreto. "Cada mañana, en ayunas, me bebo un litro de agua. Desde hace veinte años. Lo limpia todo".

–¿Agua embotellada?
–Qué va, del grifo. Todavía guarda otro secreto, como se descubrirá.

Este hombre reside en la calle Navas de Tolosa, en el distrito de Sant Martí. El encuentro con los periodistas de La Vanguardia, sin embargo, se produce en la Esquerra de l´Eixample, en el jardín dedicado a Tete Montoliu. Ahí accede a tomarse un trago en la fuente de la esquina una vez que la desalinizadora de El Prat ya se ha inaugurado y las autoridades, con el president Montilla a la cabeza, han asegurado que el sabor del agua, que lo tiene, va a mejorar con esta aportación.

A Eusebio no le sabe tan bien como en su barrio, aunque diceque no es debido a que en esta zona de Barcelona se disponga del líquido de peor calidad a partir de los baremos oficiales–, sino porque "sale un poco caliente".

Eusebio Martín y tantos otros barceloneses más de los que se preveía antes de este trabajo de campo sin ánimo científico, ya son consumidores habituales del agua del grifo. Según algunas estimaciones, alrededor del 50% de los residentes en la capital catalana utilizan la red general.

El aprecio que muestra esta mitad de la población contrasta con la animadversión que provoca en otros muchos vecinos, que no soportan la sensación que les queda en el paladar cuando se sirven del suministro público. Maribel, dependienta de una frutería de la calle Viladomat, asegura incluso: "El médico me la ha prohibido porque lleva mucha cal".

Esta dependienta coincide con los partidarios del grifo en su desconfianza en cuanto a que mejore el trago con la incorporación que supone el contingente de la desalinizadora de El Prat de Llobregat. No sólo lo remarcó el president Montilla, sino que en la campaña puesta en marcha se subraya que gracias a esta inversión se dispondrá "de más y mejor agua". Marisol, pastelera de Sepúlveda, habla con claridad: "Al oír la noticia de la desalinizadora pensé: vaya rollo, ahora nos pondrán agua del mar cuando siempre nos habían dicho que era pésima".

Esta mujer, que no se gasta ni un céntimo en garrafas, lo afirma tajante y su hija Raquel lo confirma, aunque ésta sí que compra, no renuncia a su agua corriente. "¡Con lo cara que resulta!", exclama para sustentar su opción. "Hace unos años añade, una enfermera me recomendó que bebiera del grifo, por ser más sano". Como muestra un botón. Va a la trastienda, abre el surtidor y sale con un vaso repleto. Da cuenta de él sin glotonería, con reposo, para que el fotógrafo pueda encuadrar bien este momento.

"Me sabe igual que antes", contesta cuando se le pregunta respecto a la recuperación del brebaje anunciada por los políticos. Todo sigue igual. Lo que, viniendo de ella, no se ha de tomar en sentido crítico. Le gusta esta materia, a la que sólo le encuentra un inconveniente. "Cuando vuelvo del pueblo la encuentro peor".

La sensación ciudadana esa de que el sabor sigue siendo todavía el de siempre la confirman los expertos en la materia líquida, a quienes les parecen una exageración los augurios oficiales. Jordi Huguet, empresario del sector e impulsor del aula de l'aigua, sentencia que la aportación de la desalinizadora "no se notará", ya que sólo supone el 20% del suministro, pues se mezcla con las aportaciones del Ter-Llobregat. "Si corriera sola, tal vez se percibiría un cambio, pero al mezclar no: la gente no apreciará la incorporación y se podrá sentir estafada", matiza.

A la puertas de un súper de la calle Sepúlveda unos salen con garrafas "esta no me sabe a lejía", comenta Ricardo, mientras que los hay que se han quitado ese peso de encima. "La del suministro está bien tratada", indica Toni, que, sin embargo, confía poco o nada en las promesas de los políticos. Su sobrino, Ricardo, tercia que "falta una buena campaña informativa que no publicitaria para que entendamos los beneficios de la desalinizadora".

El señor Eusebio, además de tomar el litro diario en ayunas, va a bailar siempre que puede. "Estoy jubilado y solo, si no te mueves, el cuerpo se agarrota".